Crisis nerviosas: ¿por qué ocurren y cómo evitarlas?
Por Psicólogo Barcelona.
Todos pasamos por momentos en nuestras vidas en las que podemos llegar a ponernos realmente ansiosos. Por ejemplo, en un examen que determinará nuestro posible ingreso en una institución académica o profesional. O en los días previos a nuestra boda, que parece tener un sinfín de cabos sueltos de última hora.
La presión puede sobrepasar a más de uno en ciertos momentos. Lo que no es tan normal es sufrir este tipo de angustia de un modo frecuente. Hay personas que, sin saber exactamente cómo, ven como la ansiedad se apodera de sus vidas en forma de crisis nerviosas. ¿Por qué ocurren? ¿cómo podemos evitarlas?
¿Qué es una crisis nerviosa?
Coloquialmente se habla de una crisis nerviosa como un “ataque de nervios”. La capacidad de nuestra mente para gestionar ciertas situaciones llega a su límite, y nuestro sistema nervioso se descontrola.
Por ejemplo, una crisis nerviosa puede impedir realizar una presentación en público. La ansiedad puede aparecer en los días antes, padeciendo un gran agobio por algo que aún no llega. Justo antes de que pase o al inicio es cuando puede haber más casos de crisis nerviosas, llegando incluso a impedir que la persona pueda desarrollar la actividad en algunos casos.
En estas condiciones nuestro sistema nervioso puede quedar muy alterado. Aún así, nuestro organismo puede soportar momentos de máximo estrés como los que supone una crisis nerviosa de vez en cuando. Evolutivamente estamos preparados para ello. Para lo que no lo estamos, resultando ser mucho más perjudicial, es en vivir en un permanente estado de ansiedad.
Causas de las crisis nerviosas
Una crisis nerviosa se caracteriza por tal afectación de los niveles de estrés que la persona puede llegar a sufrir un bloqueo mental, impidiendo las funciones mentales normales. Hay muchas situaciones posibles que pueden hacer que “perdamos los nervios” a ese nivel. Depende de nuestro temperamento, personalidad, experiencia, seguridad, resiliencia, demandas del entorno, expectativas, …
Básicamente el episodio que supone la crisis nerviosa sucede cuando las demandas que pueden aparecer en nuestra vida sobrepasan nuestras capacidades para afrontarlas. Por ejemplo, una crisis nerviosa puede manifestarse por la muerte de un ser querido o por sufrir cualquier pérdida de gran valor, como una ruptura sentimental o un divorcio.
Traumas ocasionados por vivir un desastre natural o ser víctima de abusos, violencia o de robo también pueden ocasionar una crisis nerviosa. En realidad, todo suceso que de golpe signifique un gran impacto emocional o físico puede dar lugar una crisis nerviosa.
Por otro lado, también puede aflorar a causa de una acumulación constante de presión de diversa índole. Una persona puede ir mostrando una gran resiliencia de modo prolongado delante situaciones duras a nivel laboral, financiero, etc., pero un día sucumbir de golpe.
En este sentido, todos los factores estresantes y agobiantes pueden acabar detonando una crisis nerviosa si algún suceso súbito acaba siendo la gota que hace colmar el vaso. De todos modos es muy importante remarcar que todo está mediado por pensamientos excesivamente negativos.
Identificar los síntomas de la crisis nerviosa
Las personas que padecen crisis nerviosas pueden sentirse muy abrumadas por las cosas que están viviendo. Cuando alguien se encuentra en esta situación, difícilmente puede permitirse sentir alegría o placer. Más bien se manifiestan sentimientos de apatía o desánimo que pueden llegar a conducir a estados depresivos.
Los cambios de humor también son habituales, pues la persona siente un desgaste que le afecta a nivel emocional. Su deficiencia a la hora de afrontar sus retos pueden llevarle a sentir remordimiento, culpabilidad, ira, … pero lo que siente más es desmotivación para hacer las cosas y desamparo.
Creer que uno no tiene los recursos necesarios para hacer lo que debe hacer es muy desalentador. La desesperanza en no saber controlar las circunstancias que presenta la vida es uno de los síntomas más claros de las crisis nerviosas. Hay que poner atención en que la incapacidad de ver la forma de sacar adelante las cosas no lleven a síntomas de una depresión.
Otro síntoma que se produce es el aislamiento. En muchas ocasiones, quien padece crisis nerviosas pasa la mayor parte del tiempo solo, lejos de los amigos y de la familia. La idea de quedar con ellos resulta agotadora, y cuando uno está estresado prefiere reservar su energía para afrontar sus difíciles retos.
Las alteraciones del sueño también son habituales. Del mismo modo que sucede en otros trastornos de la ansiedad, el sueño puede quedar fácilmente alterado. Hay muchas maneras de manifestarse, como la dificultad en conciliar el sueño o el despertarse varias veces durante la noche debido a excesivos pensamientos.
Cómo afrontar las crisis nerviosas
Para afrontar una crisis nerviosa, un primer paso recomendable es hablarlo con alguien de confianza. Quedarse el estrés para uno mismo no es una buena estrategia. En cambio, compartir nuestra vivencia permite un alivio y salir de los patrones habituales de pensamientos negativos.
Hacer ejercicio físico también es una gran medida para afrontar las crisis nerviosas. Hay mucha gente que se sorprenderá, pero no será a aquellos que hacen deporte de forma regular. Estos sabe que la actividad física es una vía de escape para que nuestra mente desconecte de sus problemas. Además, cuando realizamos actividad física nuestro cuerpo segrega endorfinas, sustancias que hacer sentir placer a nuestro cerebro.
Lo más adecuado es, en cualquier caso, aprender a evitar estas crisis nerviosas en el futuro. En el proceso de autodescubrimiento todo el mundo puede ir viendo de qué pié flaquea, y lo mejor es empoderarse para anticiparse a lo peor.
Esto puede traducirse en gestos sencillos para gestionar el estrés, como aprender a decir “no” cuando se nos pida algo para lo que en aquel momento no estamos mental o emocionalmente preparados.
Debemos saber cuidarnos a nosotros mismos, y una buena forma es dedicar un tiempo del día solamente para nosotros.Establecer límites entre obligaciones y tiempo para nosotros mismos es vital. Por ejemplo, que las fronteras entre trabajo y vida personal sean excesivamente difusas puede acabar enredándonos de nuevo en una ansiedad permanente que puede conducir a nuevas crisis nerviosas. Poner límites y esforzarnos a no traspasarlos es fundamental.
En caso de que sufrir crisis nerviosas y no poderlas afrontar, lo más recomendable es que visites a un psicoterapeuta. Desde la psicología clínica hay formas de ayudar a las personas a sobreponerse a este tipo de dificultades. Sobre todo el tratamiento se basa en desafiar los pensamientos negativos, pues son los máximos responsables de ir generando la ansiedad y las sensaciones en las que uno se siente abrumado.